* RETRATOS DE MEMORIAS *
* * A - D - E - L - A - I - D - A * * *1/8
B I S A B U E L A
- Inicio: Árbol Familiar.
- Memoria familiar más antigua que tengo hasta ahora:
bisabuelxs.
1/8: ADELAIDA, bisabuela. Madre de mi
abuelo materno, Teodomiro.
* * Primeras notas para desarrollar y plasmar en un fanzine que contendrá precisamente: impresiones, imágenes y memorias en torno a mi árbol familiar. Origen.* *
PRIMER RECUERDO
Adelaida murió
cerca del día de las madres. Lo sé porque por esas fechas su hijo, mi abuelo
Teodomiro, lloraba cada vez que escuchaba las mañanitas, recordando la muerte
de su madre. El esposo de la “muy buena”
bisabuela Adelaida, fue el “muy buen” bisabuelo Fidel, así se les recuerda.
Memoria trunca. San Miguel Caltepantla. Yo recuerdo a la señora Esther, fue
quien se juntó o casó con el bisabuelo Fidel, una vez que murió la bisabuela
Adelaida. Digamos mi bisabuelastra. De niña me llevaban junto con mi hermano al
pueblo, a la casa de mis abuelxs maternos. Casa toda de piedra, piedra negra y
de cantera rosa. En la loma, pero no hasta arriba. La bisabuelastra Esther,
recuerdo haberla visto e impresionarme, hacía tortillas en un pequeño cuarto,
pequeño cuarto de piedra sin techo, medio negreado por el ollín, comal enorme, Esther
palmeando masa.
No conocí al bisabuelx
Fidel, tampoco a Adelaida. Su hijo, mi abuelo lloraba cada vez que escuchaba
las mañanitas, cada vez que llegaba alguien, cada vez que alguien se iba. Fue
campesino, venía a hoy CDMX a la central de abastos a vender fruta que sembraba.
Luego su vida cambió cuando le dio una embolia y dejó de mover su mano y
pierna. Sus hijxs, la primera su hija de 17 años, luego dos hijos más y otra de sus hijas, se fueron al norte…
Al abuelo Teodomiro
también le cayó una centella, un rayo, un trueno, le cayó cerca, salió volando
y sobrevivió. Es mi mejor referencia sobre la veracidad de lo extra-ordinario.
Yo supe que a esas personas se les llamaba “granicerxs”- tiemperxs- por ver un video documental,
en una exposición a la que fui en el Palacio de Bellas Artes -habré tenido ya
más de 15 años-. Vi que tenían un nombre, que se reunían, que pasa en varios
lugares, que es antiguo. El abuelo nunca se reunió con otrxs a quienes les
hubiera caído rayo como a él, sólo se le conoció en su pueblo. Curó, soñaba con
fuego y sabía encontrar agua. No cobraba porque “eran dones”, “regalos”… marcó pozos. Alguno hasta hoy día es un balneario, un negocio con muchísima asistencia. La paga
al abuelo fue que cada vez que iba, podía entrar gratis y sentarse al lado de
la alberca, porque no se metía. A mí me sorprendía la gratuidad… parece que a él no le
importaba no recibir dinero por lo que hacía. De viejo, el abuelo seguía teniendo “dones”, pero no podía usar una
mano, por su embolia que le dio, tampoco un pie… necesitaba ayuda… El abuelo lloraba…
también fue golpeador. Usó su fuerza cuando pudo para lastimar a mi abuela de
muchas formas que aún hoy en día son recordadas y que a kilómetros de distancia hoy
serían brutalmente rechazadas… en varios lugares; en otros sigue siendo “normalidad”. También castigaba a sus hijxs fuertemente, colgándoles de un árbol de cabeza, por ejemplo, les pegaba con reata y más. El abuelo me daba dulces cuando yo
era pequeña, también me los pedía. Él lloraba cada vez que escuchaba las
mañanitas, recordando la muerte de su madre. Lloraba cada vez que llegaba alguien, lloraba cada
vez que alguien se iba. Mi abuela, su esposa, no lloró cuando murió, dicen… A él, Teodomiro, se le llevó a su pueblo San Miguel, como su santo, cuando murió. Se le dio
vueltas al ataúd recorriendo calles antes de entrar al panteón. De sus hijxs,
sólo estaba mi madre, lxs demás estaban en el norte…
Mi abuelo murió
el mismito día que murió Betsy Pecanins. Supe las dos noticias el mismo día.
Aún no conocía a Betsy Pecanins; pero por eso la empecé a escuchar. Mi abuelo
curó y golpeó. “Hay un dios” decía...y ya le tocó estar de frente. Se agarraba
la cabeza con ademán de arrancarse el cabello cuando sabía de las formas “modernas”
de “amores” “disidentes”… pero… -al menos a su vieja edad- decía que aquello “estaba hecho por la mano de dixs”. Mi abuelo lloraba cada vez que escuchaba las
mañanitas, recordando la muerte de su madre. Lloraba cada vez que llegaba
alguien, lloraba cada vez que alguien se iba.
Siempre me
prometió que intercedería por mí para obtener “¿una qué?... una beca”. Se
conmovía, se conmovía mucho, gritaba, era grosero, comía dulces, muchos dulces,
se llenaba los pantalones de servilletas. En sus últimos años vivía en la ciudad y aún como en el
pueblo pedía “raites” a los coches. Si no le hacían caso, levantaba su bastón
de palo al cielo y decía “pero hay un dixs”. Muchxs regresaban…
El abuelo lloraba
cada vez que escuchaba las mañanitas, recordando la muerte de su madre. Lloraba cada vez que llegaba alguien, lloraba cada
vez que alguien se iba.
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